Juliana Alvarado

Eres el visitante número:

sábado, 12 de febrero de 2011


La revolución en mi cabeza, la vulnerabilidad, las mil millones de hormigas negras diminutas moviéndose desde mi encéfalo hasta las uñas de mis extremidades, perforando mi anima, el agujero negro de mi angustia incesante se vuelve cada vez más frío, me convierto en una máquina de obsesiones, sacrificaría cualquier cosa por ser libre de mi misma, quiero paz, no necesito estúpidas terapias, ya me cansé de ello, ya me cansé de medicamentos, quiero terminarlo, quiero degustar la vida fuera de mis demonios, no estoy satisfecha con nada, estoy harta, de ellos, de todos, de ésta acidéz, del hecho que la persona más maravillosa en mi vida, ahora es polvo.  Tengo miedo del futuro, soy tan humana, tan horrible, como un jodido mal que se propaga y los dos mil ojos viéndome como si fuera parte de su imbécil juego.

Mi tempestuosa nostalgia, no la quiero más.

No quiero más pájaro moribundo ni monja crucificada, no quiero ser tierra escurridiza, ni hundirme en obscuros océanos cada noche por la maldita convivencia con la monstruosidad.